Consideramos que cada cliente, cada sitio y cada proyecto es notablemente único.
Nuestro proceso es una especie de caos controlado: hacemos un gran desastre a medida que hacemos una lluvia de ideas, preguntas, bosquejos, modelos, debates, y a partir de esto, se desarrolla un orden y un enfoque únicos para cada proyecto. Por lo tanto, nuestro proceso no es un conjunto de pasos estáticos, no es un procedimiento fácilmente documentado, sino más bien una evolución orgánica de una acción de pensamiento a la siguiente.
Visualizamos esta evolución no como un evento lineal, sino más bien como una espiral que comienza en el campo de posibilidades infinitas y llega a una propuesta arquitectónica específica. A medida que atravesamos esta espiral, hacemos pases repetitivos a través de cada una de las diferentes representaciones e influencias en el proyecto: concentración, plan, sección, elevación, idea, producto, función, detalle y significado.